Pues resulta que –como les he contado- en la misma casa vive una iguana verde que por azares de destino se convirtió en compañera de aventuras del Pingo, quien le tomó gran aprecio, a diferencia de su servidor, ya que el mentado reptil tiene por afición comerse las flores rojas de mi tulipán.
Pero también la cae la iguana al Pingo que -según supe anoche, casi al escribir esta columna- que (palabras de la calle que el astuto can ha hecho suyas) “le va a caer la voladora” al subsecretario, en forma de reclamos airados por su “falta de corazón”.
Me explicó: resulta que el citado Juárez Guadarrama hizo mucho ruido –pensará en votos- ayer en Tejalpa, a donde fue a regalar a algunos comuneros “pies de cría de iguana negra”, para que tengan una futura fuente de ingresos por ese lado.
Pingo se enteró de esa generosidad del funcionario pero descubrió que no estaban regalando iguanas negras, sino ¡verdes!, como su amiga.
Como ven, la historia promete, pero se las quedo a deber para mañana porque hoy se acabó el espacio…