Ese día, según me he dado cuenta, él se las ingenió para tener asiento de primera fila en un acontecimiento demasiado trascendente para los priistas, que de repente no sabían ni para donde mirar y no entendía lo que estaba pasando.
Si ellos, que están dentro, no tenían explicación, los que estamos fuera menos.
Por todo eso, considero útil que el metiche de Pingo haya podido aprovechar su perfecto disfraz de perro para merodear por los escenarios de un anunció espectacular por increíble.
Lo que contó es que el grupo de choque de quienes hasta ese momento tenían el control del que busca volver a ser el partido aplanadora están sobrevalorados y se sienten mucho, al grado que bloquearon el acceso a un negocio privado -el restaurante donde se refugiaron los priistas “de alcurnia” mientras comenzaba todo, luego de verificar que las oficinas estatales estaban cerradas.
Alguien dijo que en lugar de llevar golpeadores debieron haber llevado porras, porque todos los aplausos y gritos de apoyo se loe llevó el nuevo presidente estatal, que eclipsó al candidato de unidad.
El escenario se parecía mucho a cuando Manuel Camacho Solís le comenzó a hacer sombra a Luis Donaldo Colosio en aquella carrera electoral que obligó al presidente de la república y “dedo mayor” a exclamar a la prensa “no se hagan bolas, el candidato es Luis Donaldo” (que por cierto, de poco sirvió).
Faltan varias semanas para que inicie la contienda por la gubernatura. Es más, ni siquiera ha sido elegido formalmente el llamado candidato de unidad, pero la bicefalia ya comienza a provocar -irónicamente- dolores de cabeza a los priistas.
La forma en cómo resolverán el entuerto agrega una complicación más y muchas alegrías a panistas y perredistas.