Abarca Toledano tiene todo un paquete de habilidades para deshacerse del oponente. Le pudo haber echado un discurso de los que acostumbre hasta que la víctima quedará bien dormido y a merced de cualquiera de sus intenciones.
Pero pudo haber usado su recurso mas extremo: lo pudo haber vomitado.
Ultrapriista gracias a que ese partido lo ha alimentado muy bien, Julián odia todo lo que sea panista (excepto cuando también le ofrezcan algo, por supuesto) y por eso alguna vez decidió hacer valer ese rencor hacía lo blanquiazul. Lo planeó con mucho cuidado y le salió bien: decidió vomitarse en el funcionario del partido rival de más alta jerarquía en cuanto tuviera la oportunidad.
Y le salió bien, pues dejó echa un asco la oficina del entonces secretario de Gobernación Francisco Blake Mora.
Por eso digo que la golpiza de la noche del lunes le salió barata a Ricardo Espinoza Chavero. En lugar de los moretones y la camisa rota, pudo haber sido fotografiado cubierto de vómito.
Mejor que dé las gracias por que fueron magnánimos con él.