Esa es la especialidad de los mexicanos: en lugar de que cada quien invente cosas nuevas, copiamos. Y por eso nos va como nos va.
Ahora les ha pasado con mayor fuerza a aquellos que pensaban hacerse ricos en las campañas políticas y que al final casi salen poniendo, porque para empezar han tenido que bajar el precio de sus productos a los mismos niveles de la enorme competencia y la calidad ya no es importante a la hora de hacer impresiones en lonas, gallardetes, vasos, bolsas y cualquiera de las cosas que los políticos que quieren hueso empiezan a regalar a diestra y siniestra.
Para colmo, de por sí tacaños, ahora presionan a sus proveedores para que les den más crédito del habitual, con el argumento de que otros negocios sí lo hacen.
Eso sólo ha contribuido a que quienes están inmersos en una campaña y usan dinero ajeno tengan la posibilidad de meter la mano y sacra más dinero, pues las rebajas en costos llegan al absurdo.
O sea que, por donde lo veamos, los políticos nunca pierden. Justo lo contrario de lo que nos pasa a los ciudadanos, que con ellos, los políticos, nunca ganamos. ¿Se podrá cambiar esa correlación?