Él, un auténtico estudioso de los políticos morelenses, le apostó a sus amigos que la lista de los “ganadores” de ambos mecanismos no será una sorpresa, pués ganará aquel que esté bien con sus cuates de las respectivas dirigencias partidistas.
Luego del casi mortal ataque de risa que hace unos días tuvo al enterarse de cómo engañan ahora a priistas y perredistas “de base”, Pingo toma ahora las cosas con más seriedad. Por lo menos no se ríe tan descaradamente, porque piensa que al final de cuentas esos hombres y mujeres ingenuos que se han creído el cuento de las encuestas deben tener su corazoncito, y el astuto can no quiere herirlos con su ironía.
Pero supongo que al final de cuentas sí lo hace, porque se atreve a apostar doble contra sencillo de que las encuestas servirán sólo para dos cosas y además encubrirán el “dedazo” de siempre.
Él único que no ve la verdadera función de las encuestas priistas y perredistas es Canito, el perro salchicha compañero de algunas aventuras de Pingo. Y eso porque el pobre es ciego, de los ojos.