La nota en mención tenía que ver con la airada protesta de legisladoras mexicanas por una agresión machista que acababan de sufrir.
Eso lo leí el pasado martes pero no lo relacioné con lo que le pasó a Moreno Merino hasta que fueron hechos consumados. Esto es, el diputado federal se había quedado sin posibilidad de llegar al Senado.
De allí he sacado valiosas conclusiones, más allá de los dichos tan mexicanos y tan certeros, como ese del pez y su boca. Como el hombre extremadamente racional que pretendo ser, no creo en supersticiones, ni fantasmas, ni brujas.
Pero creo que debo pensar un poco porque esa mala broma que le jugó su mente y su lengua no ocurrió en un momento circunstancia, según me han dicho muchos que sí son crédulos: fue el martes pasado, y era día 13.
Para aquellos que como yo no creemos en la mala suerte, dicen que lo de Moreno Merino nos desmiente. La suerte, mala, por lo menos para algunos sí existe.