Ahora comienzan a dar el triste ejemplo de siempre, desde que los partidos manejan toda, absolutamente toda la vida pública de Morelos: Ahora han arrancado con el triste show de cada tres años surgido del cambio de camiseta, que desnuda a quienes lo hace, pues demuestra que ya no hay convicciones. Y vaya que no las hay. Para empezar, cuántos se hicieron panistas cuando vieron que allí estaba el dinero y el poder. Basiliso Miranda es uno de los ejemplos más patéticos de lo anterior. De convencido alcalde perredista pasó a convencido alcalde panista y demostró que eso era lo redituable. Pero hoy los brincos son más complejos y descarados y ya no tiene ni de lejos el límite del partido de origen. Sólo importa el fin, y los medios son lo de menos.
Terrible espectáculo.