Eso no es juego limpio. Tampoco es democracia.
A veces pienso que Pingo –el perro que en la casa de ustedes se siente el amo y que tan aficionado es a estudiar la política y a los políticos- debería tener voz en muchos de los foros donde se analiza a nivel internacional el impacto que la corrupción hace a las sociedades.
Que lo dejaran presentar su ya famoso aunque inconcluso e inédito “código electo-penal” ante un foro mundial de líderes de organismos que luchan contra los corruptos bien podría hacer que esas ideas se empujara y terminaran siendo efectivas, como esa de castrar a los corruptos (y cuando el delito sea grave, la pena se ejecuta con los dientes. Sin anestesia, por supuesto) o poner impuestos muy elevados a las “casas chicas” de los políticos (con premio incluido para los ciudadanos que ayuden a descubrirlas) a fin de desmotivar el latrocinio que hoy se hace a plena luz del día.
En serio, a veces pienso que el astuto can merece más atención que la poca que se le brinda cuando logra meter su cuchara (casi siempre) en esta columna. No sé qué opine usted.