Es terrible ver la pobreza de ideas de las campañas, a todos los niveles. Los ciudadanos creemos merecer más, pero en realidad los candidatos nos dan lo que ellos consideran que nos merecemos: engaños, mentiras, que saben no están obligados a cumplir.
Los niveles de mentira son superiores en el proceso para elegir alcaldes, no sé por qué, a pesar de que es allí donde más fácil se puede comprobar el cumplimiento de las promesas.
Y hay cosas que son verdaderamente exageradas y hasta pena da repetirlas, pero los candidatos lo dicen porque usted y yo, los ciudadanos con derecho al voto, nos mantenemos indiferentes a lo que hacen los gobernantes. Sólo nos quejamos entre nosotros, pero nada más.
Y sabedores de esa pasividad nuestra, pues nos pueden prometer sin temor ni desvergüenza, el sol, la luna y las estrellas.
Claro, al ganar, sólo harán lo que sabemos que van a hacer: robarse todo lo que puedan. Algo que, por otro lado -hay que reconocerlo- lo saben hacer muy bien.
Sigamos dejándonos. Y que nadie se queje.