Hoy tengo que señalar que, a menos que de plano haya perdido la sensibilidad por la tristeza que me ocasionó la pérdida de Pingo (asesinado por un taxista mataperros el pasado lunes las ocho de la mañana) lo que la gente quiere oír en esta campaña electoral local no es sobre la economía, sino sobre seguridad. O la falta de ella.
De repente, la inacción policiaca provocó que la delincuencia organizada ocupara el papel de las autoridades en aspectos tan importantes como la recaudación de tributos o la prestación misma de seguridad –pagada- que sin embargo no ha resultado ni siquiera segura.
La confianza ciudadana en la falsa creencia de que después de las elecciones las cosas mejorarán le ha dado paciencia para soportar lo que vive desde hace meses.
Pero lo cierto es que se requiere de tomar acciones inmediatas y reales, más allá de operativos realizados a la vista de todos, en horas hábiles y lugares de mucho tránsito, para que tenga repercusión mediática, cuando lo que se requiere es de efectividad medible en la disminución de los delitos que hoy agobian al ciudadano compón, especialmente el secuestro y la extorsión.
Y por supuesto, no bastará con que los candidatos mencionen el tema, sino que propongan cosas reales.