Resulta muy triste pensar en la cultura de un pueblo que s permite hacer esos excesos, que se parecen mucho, toda proporción guardada a las salvajadas del Nuevo Grupo Sindical que periódicamente padecemos los ciudadanos.
En el mismo saco podemos poner a los antorchistas, así como a los seguidores (hoy con traje de decencia) de Maricela Sánchez Cortés y muchos grupos más que ponen por encima de todas las cosas sus oscuros intereses y les importa muy poco el bienestar colectivo.
Por muy mala que sea la calidad del Museo de la Ciudad, rayonearlo es caer muy, muy bajo.
El problema es que gente como esa es capaz de cosas aún peores, si así se los piden quienes los manejan.