El partido en el poder cayó hasta el tercer lugar en los pasados comicios y es lógico pensar que alguien tiene que pagar por eso. Claro, en Morelos la política es todo menos lógica.
En el PRI hay varios niveles de responsabilidad y seguro que buscarán a quién culpar, aunque los reclamos no siempre tendrán la misma efectividad.
Por ejemplo, el presidente del comité directivo estatal los escuchará bajo el manto protector de su diputación local plurinominal. O sea, le pueden decir lo que quieran, que a chillidos de marrano, oídos de carnicero.
Otros no tendrán la misma coraza, como Jorge Meade Ocaranza, que al menos en Morelos entregó malas cuentas a Peña Nieto, pues de nada valió que desde muy temprano se le promocionara en la entidad con toda clase de propaganda.
A niveles más bajos hay un número infinito de personas culpables de la debacle. Aunque los de mayor responsabilidad ni serán molestados, como Guillermo del Valle Reyes, que estaba lejos de ser el mejor candidato a una senaduría o a regidor. Lo mismo da.
Los del PAN de alguna manera ya se habían resignado a perder, pero los priistas creían estar a punto de tocar la gloria, porque consideraban que se la merecían.
Y los electores dijeron otra cosa. Hoy sólo les queda lamerse las heridas.
Amado, por lo pronto, egresó a su nivel.