Aunque legalmente no sabemos quién gobernará al país los próximos seis años, no han sido precisamente de premio los doceavos que nos recetó el PAN y no veo en qué forma perdimos por el hecho de que la ciudadanía les haya mostrado de forma contundente e inobjetable su repudio.
Pero en todos lados se cuecen habas: Jorge Meade aparece como si nada para dar consejos, a pesar del papelón que hizo ante los ojos de su jefe, arrasado en la votación presidencial en Morelos.
Para su fortuna –de Jorge- somos poquitos morelenses y Peña Nieto ni lo notó.
Pero, bueno, hablar desde la derrota con imagen de triunfador no es lo más apropiado, pero los políticos son capaces de todo, como nos lo han demostrado ampliamente.
Pero para casos extremos, lo de Luis Flores Ruiz, cuya trayectoria está muy lejos de ser ejemplar pero aún así se da el lujo de impugnar su esperada derrota.
Según su coordinador de campaña, se queja de que a él lo derrotó un fantasma, porque fue una perredista la que le derrotó pero fue un líder de taxistas él que hizo la campaña.