Esa maldición se cumple rigurosamente cada tres años con muchos de los que llegan a cargos de elección popular de forma imprevista.
Y los electores en Morelos son tan volubles que eso ocurre con frecuencia, ya que para castigar a un partido eligen a los candidatos de otro que a veces ni siquiera se preocupó por buscar a los mejores, sino simplemente puso a quien quiso sacrificarse, con el pensamiento puesto en que no ganarán.
En España ocurrió cuando el candidato a presidente José Luis Rodríguez Zapatero –que no tenía la mínima posibilidad de ganar- de repente se alzó con el triunfo debido a una mentira enorme del gobierno español de esa época.
Ejerció el poder que no esperaba tener y le alcanzó para siente años (haya se someten a votación cada cuatro años y hay reelección e incluso pueden retirarse antes, como hizo el señor del ejemplo que cito) y cada vez se creía más lo que le estaba pasando, al grado que dejó de hacerle caso a su ministro más confortable y experimentado (quien perdió la chamba) hasta que sus errores, encadenados, sumieron a su país en el desastre y hoy su nombre es sinónimo de caos y excesos, a pesar de que algunos años fue el centro de admiración.
La historia se parece mucho a la de Sergio Estrada en Morelos, hoy sinónimo de excesos. Pero por muchos ejemplos que se citen, los nuevos no aprenden y seguramente escalarán el mismo camino que les llevará al mismo destino: la ignominia.
Todo esto lo menciono por si alguno lo lee y se salva, o por lo menos recapacita. Lástima que la mayoría de los que han llegado al poder de manera inesperada vía las urnas ni leer saben.