Como hay muchos datos negativos en el ambiente, aunque sea se habría agarrado de ella para glorificarla hasta el punto más alto y quizá hacer una gira de homenajes al cuerpo de quien, sin embargo, estaba lejos de las conductas que prefiere el actual gobierno.
Y es que no era ningún secreto que la preferencia sexual de Chavela no era por los hombres. Además, en su juventud y madurez su fama era más por sus excesos con el alcohol que por su arte.
Ella fue mujer de una sola canción, Macorina. Pero con esa fue suficiente.
Claro, ella grabó no sé cuántos discos y muchos temas, pero fue la admiración que despertó esa canción la que le permitió sobrevivir al olvido en que la dejaron sus casi paisanos mexicanos, al grado que tuvo que refugiarse en Cuernavaca, lejos del mundo que ya no la reconocía luego de que perdió su belleza y porte.
Pero hasta aquí, no sé si en Ocotepec o Ahuatepec, la encontró en el abandono el español Joaquín Sabina, admirador de Macorina, quien le dio un gigantesco empujón que le permitió pisar los mejores escenarios del mundo.
Pero ya no era la Chavela original, sino un anciana que cantaba lo mejor que podía, pero lejos ya de su esplendor. Sin embargo, ese esfuerzo fue suficiente y muy reconocido.
Y que bueno que fue como ella quiso y al final no nos enchavelizamos ni nos llenamos de exceso de folclor oportunista.
Algo tiene Morelos que a tanta gente le gusta para vivir y para morir. Ella es prueba de lo que digo.