En realidad no todo se acabó. Sólo el que debía utilizarse para brindar servicios a la ciudadanía.
Sobre los recursos destinados a obras, de esas ni hablo, porque ese dinero fue el primero que se robaron.
¿acaso hay otra palabra para describir lo que pasó que no sea esa tan sonora, la de “robar”?
Y eso que ha sido una acción que no necesita comillas, ya que fue un directo y simple robo, un saqueo de los recursos públicos que terminaron en las manos de los alcaldes y sus más cercanos, esposas incluidas en varios casos.
Usted y yo pagaremos los platos rotos. De hecho ya los pagamos cada vez que un bache sin tapar nos hace saltar o cuando cruzamos en la noche calles tétricas de tan oscuras. O cuando ocurren accidentes en cruceros con semáforos descompuestos.
Por supuesto,, en mi caso puedo decir “se los dije, y desde hace
mucho”. Pero eso no remedia nada.
Lo que necesitamos es castigar a los ladrones para que regresen esos bienes que no les pertenecen.
Claro, encomendarnos a gente como Luis Manuel González Velázquez para que persiga a los culpables no es la mejor decisión. Ni de lejos.