En cuanto ve a un extraño –o cualquier cosa que se parezca a un extraño, aunque no lo sea- comienza a ladrar y a tirar mordiscos que da miedo.
El “Crófono” no puede ser descrito menos que como un buen perro guardián, siempre atento a cuidar la casa. Pero hay un pequeño problema con él: es Chihuahua.
Todos sus ladridos son tomados con burla porque lo ven chiquito e inofensivo. Y lo es.
Toda proporción guardada, debo decir que por lo menos el “Crófono” es sincero cuando se expresa. Ladra con coraje y entusiasmo.
No es el caso de Luis Manuel González Velazquez pero el efecto es el mismo.
Que haya dicho que tiene los resultados de las auditorías al gasto del 2010 luego de tantas críticas por su pasividad en el control de los recursos públicos no quiere decir que alguien lo tome en serio y mucho menos le tengan miedo.
Es pura pose. No hay naturalidad ni el menor intento por convencer.
Y eso es grave por el delicado puesto que desempeña y en el que –con mucha pompa- fue ratificado por la cleptómana Legislatura que el sábado anterior pasó al basurero de la Historia.
Que aparten otro lugar.