Sin embargo, la Historia ha sido implacable con él, hombre de blancos y negros.
Entonces ¿qué pueden esperar quienes tienen una estatura muy menor y técnicamente hoy dejan de operar en sus cargos, aunque oficialmente el actual gobierno estatal termina el domingo a la medianoche?
He dicho reiteradamente que gente como Sergio Estrada Cajigal y Eduardo Becerra actuaron como si no temieran a ese juicio de la Historia y hoy asumen, resignados, su condena a ser apestados sociales.
Y así será con muchos de los que hoy se despiden oficialmente de su oficina.
Los periodistas estamos acostumbrados a eso y más: a lo largo de tantos años vemos el ímpetu y el coraje con el que los nuevos llegan al cargo. Poco después notamos la soberbia que los comienza a envolver por culpa de sus barberos. Y al paso del tiempo, cuando el final se acerca, vemos que regresa la humildad. Pero ya es demasiado tarde.
Por supuesto, caso aparte son aquellos que sólo buscaban el beneficio inmediato y que no les importó nada con tal de salir con las bolsas llenas.
Y de esos, desafortunadamente, hay muchos.