No creo que sea normal, lógico y razonable que todos esos personajes -ya juzgados salvajemente en las urnas por la población- adopten la misma postura poro convicción propia. Debe estar enfermos.
Por lo menos eso se deduce de sus declaraciones constantes para criticar situaciones sociales de las que ellos fueron el problema –cuando deberían ser la solución- hace apenas cinco semanas.
No creo que estén locos, aunque dicen que el poder enloquece. Bueno, podría ser que perder el poder enloquezca más.
Pero aún así les doy el beneficio de la duda y digo que la presidenta del PAN y quienes le acompañan son víctimas de una epidemia de olvido, un enfermedad que –es evidente- les ha atacado con dureza.
Han olvidado todo lo que fueron, todo lo que les tocó hacer y todo el mal que causaron, el cuál atribuyen hoy a otros.
Ojalá alguien conozca un buen neurólogo, antes de que sea necesario recomendarles un buen loquero.
¿Hipócritas? No. Para nada. Solo tristes enfermos… de (falta de) poder.