El misterio duró unos segundos, porque muy cerca de allí el Pingo miraba con cara de yo no fui, pero con trazas de mayonesa en los bigotes.
Como ese perro con aires de amo había podido hacer su vida en casa basado en que se obligó a acatar (juró cumplir y hacer cumplir, con la pata derecha levantada) el principio de respeto mutuo, se le otorgó toda la confianza aunque al final, como pueden entender, le dimos la mano y él se agarró el pie y por lo tanto merece una sanción, por lo que será expulsado de esta columna todo esta semana. La iguana verde se quedará con todo el protagonismo.
Claro, también ha sido atendida la petición e los lectores y en mi blog (hhttp://oscardavismtz.blogspot.com) aparecen hoy las imágenes de los hijos del Pingo, que por lo menos ahorita son más educados que el padre.
Pero claro, eso sólo como preámbulo para hablar de lo que verdaderamente importa, el ejercicio del poder y la gloria o la deshonra que esto trae consigo.
Y es que el poder desgasta, sobre todo cuando se usa en exceso y ese ha sido el caso de actuales políticos que hace una década eran nada en el panorama local y de repente lo han sido todo o casi todo, menos lo que el pueblo habría querido: los desactivadores del esquema de control creado por el PRI para perpetuarse en el poder y que sigue vivito y coleando y sirve para su objetivo original: ayudar a los priistas a permanecer en el poder (aunque un rato se lo prestaron a los panistas).
Morelos pudo haber sido pionero en la creación de un sistema democrático de gobierno, con separación de Poderes (que la hubo algunos aĖos después de la caída del PRI) e instituciones transparentes y enfocadas a servir al ciudadano.
Pero el ansia de poder excesivo nos llevó al actual estado de cosas, que ha sido más de lo mismo.
Dice la iguana verde (en el cuasi monopolio de opinión que tiene en esta columna por la semana que corre) que es más fácil tomar el sol donde siempre a buscar nuevos e inciertos horizontes, sobre todo porque eso es fatigoso. Nunca mejor dicho.