Y apenas los conté: desde que comienza la carretera citada (al salir de la autopista a Cuernavaca) y hasta llegar a la entrada principal de Jojutla hay apenas 51 topes.
De ese gran total, 31 se encuentran en el tramo que corresponde a Xoxocotla. Los dos últimos de ese parte del trayecto son los que están frente al Cbta de Chiverías.
Y de Chiverías hasta Jojutla hay otros 20 topes, aunque no conté una zona en Los Pilares donde construyeron una especie de vibradores delgaditos que por su propia naturaleza son un tope en sí por cada línea de cemento. Pero contemos sólo a los verdaderos topes, los grandes, anchos y robustos.
Jojutla siempre ha presumido de ser la tercera ciudad del estado por su importancia política y económica, pero tanto lo uno como lo otro han dejado de ser ciertos.
La afluencia masiva a los balnearios de la región sur de la entidad también es cosa del pasado.
Son tantas cosas las que se pueden hacer para revertir esa situación, pero todo es producto de una serie de factores que han llevado a los habitantes de esa zona a construir sus propias trampas, de las que no pueden o no quieren salir.
En pleno Siglo XXI, eficiencia no es una palabra de la que se pueda presumir en grandes zonas del estado. A veces por falta de infraestructura carretera, o porque no hay suficiente inversión en telecomunicaciones o porque falta escuelas.
Pero a veces las cosas son más simples: en la zona poniente el control del transporte público -que está en manos de los taxistas- hace muy caro el traslado. En la zona sur, les sobra topes. Ni una cosa ni otra requiere de hazañas para introducir mejoras.
Pero ningún político quiere pagar el precio de tener visión de futuro.