No es malo que sea pastor. O que sea funcionario público. Es su derecho. Pero es un delito que sea las dos cosas al mismo tiempo y no sé si ahora predica, pero en otra época se probó que sí lo hacía y compaginaba esa labor con una plaza en el gobierno.
Y un líder religioso promueve que su grey adopte en todo momento las reglas de su Iglesia. Y en todas las corrientes nacidas del cristianismo, incluido el catolicismo, mentir es un pecado.
Hoy el pecador al que me refiero está fuera de la Secretaría de Movilidad y Transporte pero sigue en el gobierno, ahora como asesor del Poder Ejecutivo. Mis colegas más versados en el tema han dicho que el siguiente paso es hacer a Gómez Basilio magistrado, probablemente del Tribunal de lo Contencioso Administrativo.
Eso es aberrante. No está fuera de toda lógica. Al contrario todo tiene una lógica perversa.
Ojalá el temor a la opinión pública frustre esos perversos planes.
Por lo pronto, el nuevo secretario del ramo tiene la obligación de limpiar la casa. Si paso un tiempo conveniente y las cosas siguen igual, es señal clara e innegable de que sólo llegó a culminar el trabajo sucio.
Esperemos que no.
El Poder y La Gloria
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No una sino varias veces sus propias declaraciones y sus hechos pusieron en evidencia que David Gómez Basilio es un mentiroso crónico. Y dudo mucho que sea honrado, pués ha sido capaz de vivir con la mentira de violar la ley al desempeñar cargos públicos y ejercer al mismo tiempo de pastor protestante.
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