Esos grupos aseguran ser ciudadanos que tomaron las armas para repeler a los narcotraficantes luego de años de que los delincuentes se habían apoderado del control de sus pueblos.
Si ese es el origen de su movimiento, es obvio que el Estado (los gobiernos municipales, el del estado de Michoacán y el federal) fue omiso para proteger a la población. Lo malo es que la situación se mantiene y en esa zona del país (y en otras más) ha perdido el monopolio del uso de la fuerza.
En Morelos más de uno quiere jugar con dar la seguridad ciudadana a grupos parecidos.
No es juego de niños, aparte de que lo que se ha hecho en ese sentido no ha funcionado. Los ronderos de Ocotepec no son otra cosa que grupos armados de autodefensa, que sin embargo debieron echarse para atrás cuando la violencia alcanzó grados peligrosos, pues ya no se trataba sólo de detener a borrachos.
Alberto Capella tiene más responsabilidades de las que él imagina. Las raíces históricas de Morelos le obligan a estar a la altura, a fin de que la población no llegue a niveles en los que les termine por dar lo mismo el bando en el que jueguen.
De antemano reconozco que los niveles de violencia no se parecen nada a los que se alcanzaron durante los dos últimos años del gobernador anterior. En esa época todos vivíamos con miedo por tantas matanzas.
Hoy casi no se dan pero debemos recuperar la tranquilidad total. Y nunca asomarnos en el actual espejo de Michoacán.
El Poder y La Gloria
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Michoacán
En un periódico internacional se publica hoy una entrevista con el vocero de los grupos de autodefensa de Michoacán, donde habla, entre otras cosas, que no se desarmarán y que el pacto anunciado con el gobierno federal carece de credibilidad.
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