Ahora ha descuidado el segundo punto. Por todos lados crecen as señales de que tenemos una policía estatal (con cualquiera de sus muchas denominaciones: acreditable, mando único, estatal a secas) corrupta.
Sobran testimonios de lo más diverso, como el de un joven que en un retén hicieron bajar del vehículo del servicio colectivo en el que viajaba, lo revisaron, le olieron las manos y le dijeron que enseñara "lo que traía". El único delito de la víctima de ese acoso fue llevar el pelo largo.
Como en los viejos tiempos, tener policías sin control viene a restablecer las viejas costumbres de "bailar" al ciudadano que se deje. Para colmo, la comisión estatal de derechos humanos (en minúsculas, porque en realidad no se llama así y aparte no se merece las mayúsculas) está de adorno y sólo es un lugar para dar trabajo (algunos con muy buenos sueldos) a gente ociosa en su mayoría.
El problema es que Alberto Capella debe saber que poner a la Policía contra la población no es buena idea para luchar contra la delincuencia.
Al contrario. Requiere de elementos confiables que se ganen el respeto de la sociedad para a su vez tener todo el apoyo.
Necesitamos cuerpos policiacos fuertes, que infundan temor a los delincuentes, pero que no produzcan miedo en el ciudadano común.
No hay pero que valga.
El Poder y La Gloria
Lectura 1 - 2 minutos
Más respeto
Alberto Capella ya vio que las cosas no son tan fáciles. Y los ciudadanos pedimos que se esmere en aprender para que hagan bien su trabajo. Y su trabajo no sólo consiste en prevenir delitos y en dispone de una Policía que infunda respeto a los delincuentes, sino que también no inspire miedo a la población.
Inicia sesión y comenta