Morelos, por alguna extraña razón, es tierra propicia para toda clase de fraudes masivos. Los más extensos fueron cometidos por Saul Chavelas Vargas y luego por los directivos de la entonces caja de ahorro de Yautepec, pero hubo infinidad de capítulos menores pero no por eso menos dolorosos.
Varios personajes, a raíz de esas estafas, lograron vivir a cuerpo de rey por años, gracias a que se volvieron dirigentes que cobraban cuotas a sus incautos representados.
Y ahora, decía, la reforma fiscal ha propiciado que un montón de lidercillos tengan un ingreso extra salido de los bolsillos de varios comerciantes de mercados públicos.
Como contribuyentes, ya no tienen las ventajas que les daba el régimen de pequeños contribuyentes, de donde tomaron el glorioso nombre de "repecos".
Esa parte de la reforma fiscal es muy clara, pues de manera automática hoy son parte del régimen intermedio y nada se puede hacer al respecto.
Pero no faltaron los abusados que, mediante el cobro de una "módica" cantidad -de cien pesos hacia arriba- convencieron a sus víctimas de que tramitarían amparos para que siguieran como antes, pagando a Hacienda una cuota fija.
Por supuesto que esos amparos nunca iban a proceder, pero fueron el motivo para ese cobro, y se avecinan otros, salidos de las mentes creativas de los "líderes".
¿Por qué en Morelos seremos así? ¿Por qué nadie denuncia? ¿Hasta cuando se erradicará esa plaga de defraudadores?
La respuesta es muy simple: hasta que el aparato de justicia, desde la procuración hasta los juzgadores, no sean tan burocráticos. Así de simple.
Mientras, quejarse es lo único que les queda a los que ya pagaron para que "los defiendan".
El Poder y La Gloria
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Defendidos
Todas las cosas, buenas o malas, sirven para que unos cuantos vivos se aprovechen de muchos incautos. Con la llamada reforma fiscal pasó eso.
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