Quizá lo dijo porque tiene la seguridad de que los mayores ejemplos de corrupción perredista tienen fuero. O sea que están en el caso de Martínez Garrigós, autor de la debacle financiera de Cuernavaca, que se da el lujo de defenderse mientras ve que los pobres diablos que se quedaron sin freno sufren para no terminar en la cárcel.
Pero pensando en eso, le aviso a Abel Espín que hay por allí un corrupto suelto y que no tiene fuero ni forma de explicar lo que le hizo al dinero que administró (para su causa personal): Miguen Ángel Rabadán Calderón.
Imagine usted las porras y aplausos que cosechará el procurador cuando lo atrape. Algo así como el mismo sentimiento de justicia que muchos me contaron cuando cayó en prisión Gustavo Rebolledo Hernández.
Ojalá Espín García tengo algún tipo de influencia en la estructura gubernamental y lo que dijo llegue a los oídos adecuados.
Necesitamos buenas noticias y esa saldría muy, pero muy barata.