Ahora no es un gobierno, sino un individuo con poder el que tiene en jaque al personal de esta empresa. Ha agredido a dos de mis compañeras.
En el primer caso mediante palabras cobardes, nada cordiales por cierto. En el segundo, físicamente. Un golpe también cobarde de un varón a la mandíbula de una mujer que hacía su trabajo.
Ayer uno de los agresores de mi compañera y de otros colegas pudo haber sido aprehendido, pero la lentitud de los mecanismos para denunciar un ataque de éstos permitió que huyera. Lo digo con pleno conocimiento porque estuve allí.
Me consuela comprobar que ayer fue un día de solidaridad en el gremio. Maciel Calvo no recibió más golpes porque un colega (el fotógrafo Tony Rivera) metió las manos y desvío la agresión. Igual que Giovani Barrios, que también arriesgó el físico.
Debo recalcar -para que se entienda qué clase de gente son- que los agresores golpearon a una mujer de frente y a los hombres de mi gremio por la espalda.
Por algo será.
Por fortuna todo ocurrió en un lugar público y muy transitado. No quiero pensar qué pasaría si la agresión a Maciel y a los demás sucede sin testigos.
Por lo pronto, ojalá que se difundan ampliamente las imágenes de los agresores, para que aquellos que siguen al diputado a cambio de un plato de lentejas sepan que ya es hora de alejarse.
Por lo pronto, Tania Valentina Rodríguez Ruiz tiene una gran parte de culpa en lo que pasó. Ella es la dirigente del partido que sostiene a esos golpeadores. Aunque ha dicho que Alfonso Miranda Gallegos no la obedece, que yo sepa el diputado no ha sido expulsado del PT. Por lo tanto, es su legislador y debe responder por él y dar la cara. No a la cara, como sí hacen sus compañeros de partido.