Tienen todo el derecho a ser felices y a demostrar su alegría, por supuesto, pero no en el acto ni en el justo momento en que se rinde honores a Zapata Salazar, asesinado justo un día como ayer, pero de 1919.
Los morelenses tenemos nuestra propia iconografía, basada en el recuerdo del general que abanderó el Plan de Ayala, convertido en la principal bandera de la revolución cuando ésta se hizo gobierno.
Entendería que un grupo de niños o de jóvenes hicieran eso, porque se formaron en la etapa de gobiernos panistas donde se exaltaba más a sus "héroes" blanquiazules mientras se minimizaba a los personajes que hicieron aportaciones sustanciales a la patria, y no sólo a su partido.
Pero que venga de gente adulta, con una supuesta formación cívica y -lo peor- con la responsabilidad de representar a las instituciones que de una forma u otra son en parte consecuencia de lo que hizo el homenajeado, pués me parece incorrecto. De hecho, esas personas deberían disculparse por esa conducta inapropiada, para no ser un mal ejemplo y dar pie a que más ciudadanos adopten las mismas actitudes.
Ayer decía que al único que le dolió llevar el apellido Zapata fue a Emiliano, porque todo los demás que forman parte de esa estirpe mal no la han pasado. Y ahora con esto. Pobre del general.
El Poder y La Gloria
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En pleno 10 de abril
Mientras el gobernador, el alcalde de Cuautla, el enviado presidencial y otros funcionarios y cargos de elección permanecen firmes y serios en la colocación de la ofrenda en honor de Emiliano Zapata, el secretario de Gobierno, la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, y otra mujer que creo es una diputada, así como dos jóvenes de sombrero que no identifico, sonríen y no ocultan su felicidad.
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