El audaz delincuente no hizo más que recibir en las manos el botín entregado voluntariamente y luego se fue del lugar. A pesar del señalamiento directo cuando lo vieron entrar al palacio de gobierno, los policías que lo detuvieron momentáneamente lo dejaron ir. Y el delito perfecto se consumo: sin armas, sin gritos, sin violencia, sin huidas apresuradas.
Sólo puede pasar en una tierra donde los fraudes masivos son recurrentes: desde el famoso y aún no olvida de Saúl Chavela hace como 23 años, hasta la cajas de ahorro de Yautepec y otros sitios de la entidad. O las tiendas que empezaban cambiando cheques y luego le daban al cliente "la oportunidad de invertir su dinero para multiplicarlo". O las "bolitas corium". Los engaños han tenido algunas variantes, pero siempre se basan en la ingenuidad que propicia la ambición, ya sea de tener más dinero de forma fácil o de lograr sin dificultad la foto con la artistas de moda.
En ese recuento destacan los engaños que cada tres años nos hacen los políticos (mejor dicho, les hacen a los que vota por ellos) que ganan la elección al presentar una cara y en cuanto llegan al poder se quitan el disfraz y enseñan lo que verdaderamente son.
De regreso al caso que dio pie a esta reflexión, lo bueno es que por allí debe haber más de una foto del presunto ladrón, que debe ir a la cárcel, aunque quizá merezca un diploma por su creatividad, que le hará falta -si lo atrapan- para colocar adecuadamente la distinción en su celda.
El Poder y La Gloria
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Ingenuidad contra creatividad
Creo que el robo de celulares y tabletas ocurrido el miércoles en el concierto de Julieta Venegas fue el colmo de la ingenuidad. Un grupo de jóvenes le entregó sus aparatos a una persona desconocida a la que creyeron empleado público y que les dijo que les tomaría fotos con la artista.
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