Se debió buscar un mejor aval y pedirle al secretario de Desarrollo Económico Julio Mitre que no fuera tan descarado, pues ayer casi se puede ver como se relame los bigotes al soñar que esa obra, la de la sede del Congreso, hará necesario construir el estacionamiento al lado del mercado con el que tanto sueña, y en el que dicen los locatarios que hay gato encerrado. Sobre todo, como decía, por los numerosos negocios inmobiliarios que el señor realizó al amparo del gobierno rivapalacista, y luego bajo su propio y nuevo poder económico.
Por lo pronto, todo indica que mediante un proceso democrático alguien dijo que la obra se hará porque se hará. No falta el legislador que se opone a la nueva ubicación, pero dicen sus detractores que no por resguardar el interés público, sino porque compró terrenos aledaños a donde pensaban que se haría originalmente la obra, al sur de Cuernavaca.
La desconfianza ciudadana en la intención de sus hombres públicos es ya de enorme tamaño. Y sin órganos electorales de confianza y con un proceso dominado por los partidos políticos terminaremos por caer -espero que no- en los excesos de naciones que se hartaron antes que nosotros de sus dirigentes, pero cometieron barbaridades, como en Perú, donde para salir de Guatemala eligieron a Fujimori, que los encaminó directo a guatepeor.
Claro, debo reconocer que pese a los años, finalmente ese gobernante -que se llenó las manos de sangre y de dinero mal habido- hoy se pudre en una cárcel. Igualito que aquí.
El Poder y La Gloria
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Juego democrático
Que la secretaría de Movilidad y Transporte avale un estudio de impacto vial no es garantía de absolutamente nada, pero sin embargo servirá de pretexto para decir que la nueva sede del Congreso local no causará mayores perjuicios en la zona comprendida entre las avenidas Plan de Ayala y Adolfo López Mateos.
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