Sin embargo, ayer quedé maravilladlo por lo que puede hacer la perseverancia y las ganas de vivir honradamente: en el crucero que está a unos metros de La Unión de Morelos, sobre la avenida Gobernadores, vi a un joven que lanzaba naranjas y hacía diversas acrobacias con ellas.
Me pareció conocido y me puse a observar hasta descubrir que era el mismo muchacho que por meses ha intentado sobrevivir pese a sus limitaciones. Primero fue limpiaparabrisas, pero siempre retrasaba el tráfico y provocaba el malestar de los automovilistas porque no es muy apto para ese trabajo porque le falta una mano.
Luego se unió a los que se acuestan sobre vidrios, pero como su acto no es muy visible desde los autos, tampoco es redituable y todos lo dejaron.
Pero ahora ha regresado, y a pesar de su enorme limitación física sorprende a los automovilistas con su nueva habilidad. Tiene problemas para cobrar las monedas que le ofrecen, porque su única mano apenas puede sostener las naranjas. Pero hace su acto con habilidad y aún se da el lujo de adornarlo con diversos movimientos para desquitar el poco dinero que gana.
En cambio otros ganan un dineral y nunca se esfuerzan por mejorar sus habilidades, a pesar de las delicadas tareas que en teoría tienen que ejecutar.
Y aunque estén completos. Y no es por falta de neuronas, porque tienen las suficientes para sacar a mayor ganancia posible a su "arte".
Ponga usted aquí, en el paréntesis ( ) el nombre de los políticos que deberían avergonzarse de que lo son, si se vieran comparados con el anónimo personaje que arriba describí.
Así como ese caso existen tantos compatriotas que no se dejan vencer por la adversidad extrema. Por eso éste país ha resistido tanto.