En los últimos años han logrado el milagro de construir un país donde lo que menos se necesita son bibliotecas, pero convirtieron en artículos de primerísima necesidad la cerveza, el futbol y los programas de televisión con muchos insultos, cero contenido y mucho "entretenimiento".
Y hoy quieren rematar la faena, y venderán lo que queda del país. Por lo pronto, si usted es afortunado por trabajar en la Comisión federal de Electricidad, lo mejor es que ponga sus barbas a remojar. Porque a raíz de las reformas ya aprobadas se convertirá en una empresa que sólo podrá dar servicio a los clientes residenciales, a los chiquitos, a los que pagan menos, ya que el verdadero negocio, vender a las grandes empresas, se lo han dejado a las empresas privadas.
Eso significa simple y llanamente que los ingresos de la CFE se reducirán de forma radical y ya no podrá sostener al numeroso personal que hoy está en la nómina. No se necesita ser muy listo para imaginar lo que va a ocurrir. Y eso se sabe desde hace meses.
El proceso de reducción de esa compañía no será inmediato, sino poco a poco, para disimular.
A los profesores les quitaron su derecho a disponer de un empleo de por vida, gracias a los cambios de hace unos meses que en su momento el SNTE y los suyos dejaron aprobar sin mayor complicación.
Y ahora, con la distracción futbolera, lo que simple y sencillamente harán esos traidores a la patria que ocupan una silla en el Senado y en la cámara de diputados federal, es regalar un cacho más grande de país. Lo malo es que con ese pedazo se irá un parte definitivamente grande de nuestro futuro, justo el presente de las nuevas generaciones. Definitvamente, un golazo.