Ese libro le costó una sentencia a muerte a su autor, que no se ha aplicado porque lo cuidan mas de cuatro policías las 24 horas del día.
Él ahora odia su destino y ha dicho que no lo volvería a hacer, pero que ahor ano puede detenerse en su cadena de denuncias en contra del crimen organizado de su patria, donde han tenido a mafiosos en altos cargos.
Saviano describe como la delincuencia controla todos lso aspectos económicos de grandes zonas de su país y se hacen cargo de diversos servicios públicos y concesiones de orbras.
Para mi sorpresa, mucho de lo que describe se parece a la cotidianidad mexicana. Hemos caído tan bajo en muchos aspectos que vemos normal cosas que no lo son.
El control que existe en todas las actividades redituables de la entidad debería ser un delito, o por lo menos una falta sancionada, entre otras leyes, por la de competencia.
Nos hemos habituado a sufrir los abusos y creemos que las cosas no se pueden hacer de otra manera. Como ciudadanos, como consumidores, como clientes, como usuarios de algún servicio.
Pero hay otras formas.
El año pasado tuve la ocasión de estar en una ciudad de otro país. Al cruzar en calles donde no había semáforos, veía un auto que se aproximaba y esperaba que pasara, pero el auto no se movía, porque allá es costumbre (y sipongo que ley) detenerse hasta que el peatón ha cruzado.
Y las veces que por ignorar algo tan simple y lógico me quedaba quieto, los autos no se movían. Fue un extraño descubrimiento, que incluso había olvidado, pero hoy creo necesario traer a la luz, porque hay otras formas de hacer las cosas y no son (al menos no deberían ser) nada del otro mundo.