Ella, ajonjolí de todos los moles, compartió su muy personal experiencia (de estar en todos lados, con o sin invitación) para invitar a sus colegas a cultivarse, algo que a muchos profesionistas de las más diversas ramas tanta falta les hace.
"Con profundo sentimiento republicano, de mexicana y morelense, estoy convencida de que debemos ser no sólo sabedores de la ciencia del derecho, sino poseedores también de un conocimiento más vasto del mundo y de la vida que nos rodea, debemos cultivarnos, pues quien no es culto no sabe comprender a los ignorantes, a los malvados, a los pobres de espíritu, a los autócratas vanidosos; ni tampoco a los fuertes, a los sabios y a los buenos, pero menos aún, a los desheredados de la fortuna. Sólo la cultura hace al hombre compresivo, magnánimo y perdonador. Quien no es culto, en una palabra, no sabrá hacer el bien por el bien mismo, que es la suprema manifestación de lo que es justo".
Después abordó rollos más precisos del mundo de la litigada, pero remató así:
"... en el espíritu de los Abogados, la idea de utilidad debe subordinarse a los imperativos de la moral y del derecho. Así, cuando no podamos ser justos por virtud, hay que ser justos por orgullo".
Ojalá que sus colegas le hagan caso.