pero no quiero ponerme a filosofar sobre qué fue primero, si ella como animal doméstico o su servidor en ese mismo papel.
Mejor les comento de su extraña costumbre de ver noticieros de televisión. En los horarios adecuados se siente frente a la pantalla y mira detenidamente todo lo que allí se dice.
Les he comentado que pone demasiada atención y a veces reacciona de forma peculiar, según la "noticia" (la mayor parte de lo que allí se dice no es noticia, sino comercial disfrazado de nota) que pase en esos momentos.
En ocasiones no resiste tanta podredumbre y mejor decide maullar para que se le abra la puerta. Luego hace lo que hacen todos los gatos (y lo tapa muy bien) para -ya más ligera- seguir en su actividad de observadora.
De tanto verla he notado que le aflojan el estómago más rápido que otros.
Y cada vez son más las ocasiones que eso pasa, a pesar de que en esos programas "informativos" todos los minutos están llenos de "buenas noticias".
Ello, supongo, no se traga el cuento, pero me preocupa su sistema digestivo, que puede desgastarse más pronto de lo habitual si sigue con su costumbre de castigarse viendo la tele.
El Poder y La Gloria
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Castigo auto inflingido
Pues resulta que Bambina, esa gata extraña, media rara ((a la que encontré en la calle hace cinco o seis semanas apenas y a la que adopté como mascota) dispone por sabrá diós qué motivo de un enorme poder para comunicarse con su entorno y, lo peor de las cosas, dominarlo, al grado de que a estas alturas pienso que ella está segura que la mascota soy yo.
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