Creo que esa disculpa llega demasiado tarde y es inútil en el proceso de desviar responsabilidades.
El gobierno federal, aunque se disculpe, o se regocije porque eso sucedió en una entidad gobernada por un partido distinto al PRI, también tiene vela en el entierro.
Las responsabilidades por ese crimen son enormes y no pueden soslayarse ni intentar minimizarlas.
Lástima que después de media docena de marchas y protestas el caso se olvidará y será sustituido por otro tema.
Sabedores de que eso ocurrirá, pasemos a asuntos igual de cercanos pero más identificables, como los constantes cierres de calles y carreteras en Morelos que, a mi juicio, son cada vez más injustificables.
Cuando se impide el tráfico vehícular, sobre todo en trayectos importantes, la economía de todo el estado sufre los efectos. Infinidad de pequeños negocios ven disminuir sus ingresos, pero también las empresas grandes de transporte y distribución sufren afectaciones, que compensan con precios más elevados.
Los negocios chicos no pueden hacer eso y terminan por cerrar, lo que cancela fuentes de empleo y disponibilidad de efectivo en las familias.
Serán todo lo válidos que quieran los argumentos de los que cierran el tránsito, pero son cada vez más dañinos. Ese tipo de manifestaciones debería ser catalogadas como problemas de salud social.
El Poder y La Gloria
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Temas que se van
El Partido de la Revolución Democrática pidió ayer perdón por haber postulado al alcalde de Iguala, cuyos nexos con el narcotráfico provocaron la tragedia que enlutó a decenas de hogares con hijos entre los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa.
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