En ese tiempo hubo un nuevo deporte nacional, la desaparición de personas que tiene dos modalidades o vertientes: la de los que desaparecen personas y las de quienes se quedan en el lado de los desaparecidos.
Ese quizá sea el crimen más terrible de cuantos existen, porque los familiares de las víctimas no saben si su ser querido está vivo o muerto. Ni quiera tienen un lugar para llorarle.
Y sobre eso hay tanta impunidad, que la horrenda práctica se convirtió en deporte de bajo riesgo para quienes lo practican, pues no hay peligro de que los metan a la cárcel.
Pero creo que ya es tiempo de que tal cosa se acabe y los mexicanos volvamos a la verdadera normalidad y no a esta que creemos es la realidad.
Lo que pasó en Iguala es un crimen, como lo es en todos aquellos lugares donde ha ocurrido.
Por eso reconozco que las movilizaciones en tantas y tan variadas plazas tiene como objetivo hacerle ver a la autoridad que ya es momento de decir "ya basta".
Los estudiantes de Iguala tienen que aparecer y quienes cometieron el crimen -todos, no sólo los del nivel más bajo- deben enfrentar su responsabilidad.
Creo que es el momento de comenzar a exigir que México sea un país normal, donde la gente no desaparezca, ni muera en un control policiaco o en el fuego cruzado con delincuentes.
Ya son muchos años, demasiados, de tolerar esas anomalías que en otros lugares tanto asustan pero a las que tristemente nos hemos acostumbrado.
El Poder y La Gloria
Lectura 1 - 2 minutos
Ya es suficiente
El sexenio de Felipe Calderón fue trágico para el país, no sólo en términos económicos -con su desaforado endeudamiento, que persiste en el actual gobierno- sino por su declarada, mal planeada y estúpida guerra contra el narcotráfico, que sirvió ampliamente a los intereses de sus amos, pero que casi destruye al país.
Inicia sesión y comenta