Éste pobre país aparece en los grandes medios de comunicación del mundo entero.
Los europeos se asombran de que la búsqueda de los estudiantes haya exhibido la existencia de un cementerio clandestino en Iguala, lleno de fosas donde han aparecido decenas de cadáveres adicionales a los que se buscaban.
Pero dentro de todo esto, no hay nadie de cierto rango en la cárcel. Apenas un montón de policías.
Nadie del cabildo igualteco se ha movido de su lugar excepto el presidente prófugo y ya sin fuero.
Cuesta trabajo creer que ese señor haya hecho todo él solo, sin la complicidad de nadie más.
El gobierno federal, que ya había sido notificado del caso del narco presidente con suficiente anticipación, se la pasa en la búsqueda de pretextos.
Y el gobernador, cómplice cuando menos por omisión, no se quiere ir.
La ciudadanía tiene razón por estar indignada. Los políticos sólo quieren ganar tiempo para que un nuevo escándalo sepulte al provocado por la desaparición de los 43 jóvenes. Pero los tienen que encontrar, pués sólo así habrá un antes y un después en la violencia criminal que padece México.
El Poder y La Gloria
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Malestar evidente
No me encuentro indignado, sino lo que sigue, por la forma en que el gobierno federal gestiona la crisis desatada a raíz de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
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