Las combinaciones son infinitas y se pueden agregar los casos que se volverán más abundantes en las próximas semanas: si alguien quiere ser diputado, organiza manifestaciones que cierran calles; si alguno busca la alcaldía o una dirección municipal de consolación, también bloquean el paso de la gente.
No hay absolutamente nada que haga ver a la gente que promueve esas conductas que cerrar calles y carreteras es una acción que se revierte contra los autores y sus familias hasta por tres generaciones.
Moverá a risa la anterior afirmación, pero tristemente es cierta, pués las afectaciones económicas -principalmente, pero no las únicas- impedirán que se desarrollen servicios, que se creen empleos y que existan oportunidades para que la gente no tenga que buscar el sustento y la educación por otros rumbos.
Y por si fuera poco, con obras como la que bloquea el acceso a Morelos por El Polvorín ya no hay ni para donde hacerle. Sólo pienso en lo difícil que será la construcción del segundo piso sobre el libramiento.
El Poder y La Gloria
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Maldición de tres generaciones
Cerrar carreteras es una moda difícil de erradicar. En Xoxocotla es un deporte habitual y en otros lugares es la solución que tienen más a la mano para llamar la atención de las autoridades: si están inconformes con un profesor en la escuela del lugar, si alguien no recibió a tiempo el subsidio de equis programa público, si los ruteros se quejan de los taxistas de los mototaxis, si los mototaxis se quejan de los taxistas o ruteros, si falla el agua, si el ayudante municipal no cumple con su deber, si alguien no está conforme con alguna obra pública que se ha hecho que no se ha hecho...
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