Lo que hacía el presidente cada primero de septiembre era replicado por gobernadores y alcaldes, que hasta la fecha se dan vuelo anunciando las grandes cosas -claro, a sus ojos- que han hecho en los últimos doce meses.
Para colmo, hoy hay informes hasta de diputados y regidores, que definitivamente no tienen nada qué decir, pero algo encuentran. Por lo general hacen el repaso de las acciones que ya mencionaron en el informe anterior y luego le agregan lo que se les viene a la cabeza.
Pero no dicen las cosas que hicieron mal o que dejaron de hacer. Sólo quieren el escenario para que el informe sea el pretexto para promoverse en sus afanes por lograr otra candidatura que les dé tres años más para comer con manteca.
Y se olvidan -por supuesto- de que la sabiduría popular ya condensó en una frase lo que ellos hacen: alabanza en boca propia es vituperio.
Por eso tienen que llevar grupos musicales, payasos y todo tipo de espectáculos a sus ceremonias, porque esas cosas en sí carecen de interés para la ciudadanía, ya que no son informes de actividades, sino baños de pureza.
Y para colmo se dan el lujo de colocar antes y después sus rostros en enormes fotografías en anuncios espectaculares o en la cola de los vehículos del transporte público, por supuesto, con dinero del erario.
Esos e=son excesos que deben acabarse, porque no es el cumplimiento constitucional de una obligación, sino el pretexto para lucirse mediante el infame truco de ocultar todo lo malo, que por lo general es más abundante que lo bueno.
Todo eso ocurre porque los dejamos. Si la población se opusiera a esos derroches, los políticos se medirían, pero no tiene, hasta ahora, ningún obstáculo enfrente, porque no hay muchos ciudadanos, sólo seguidores o detractores del equipo de futbol América, que hoy están borrachos por igual -o crudos- de acuerdo al resultado obtenido la víspera.
El Poder y La Gloria
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Los ciudadanos
Informar de lo que se hace desde un cargo público es una obligación constitucional, una forma de control que, sin embargo, los gobiernos priistas se las ingeniaron para convertir esos informes obligatorios en ceremonias de pompa y lucimiento, aunque no se informara nada.
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