Tiene usted que tener una asociación civil y suficiente dinero para recolectar un montón de firmas en su distrito o municipio en caso de que se quiera lanzar a hacerle la competencia a los partidos tradicionales.
Por supuesto, la estructura disponible entre la ciudadanía no llega nunca a esos requisitos, por mucho que desde los órganos electorales promuevan esa opción de competencia.
Probablemente en los siguientes comicios -en el 2018- habrá un montón de gente preparada para registrarse como candidato independiente, pues quienes por tradición financian a los políticos habrán entendido el sistema y tratarán de coparlo, como lo hacen ahora con las candidaturas tradicionales.
Desafortunadamente el asunto del acceso al poder por medio de las urnas se reduce a dinero. Los que tienen más están más cerca del triunfo que aquellos que carecen de medios.
Lejos está la posibilidad de que un ciudadano soñador y comprometido llegue a un cargo mediante una campaña que le lleve a recorrer casa por casa en busca de votos.
Hay antecedentes en otros países de que algo así puede ser real.
A finales de los ochenta un candidato independiente a la presidencia de Perú recorrió en su humilde vehículo gran parte de su nación y logró convencer a los ciudadanos de que los grandes partidos no eran la opción.
El candidato, un perfecto desconocido al empezar las campañas, terminó por ganar. Irónicamente hoy está en la cárcel por los excesos que cometió ya como mandatario. Me refiero a Alberto Fujimori, que derrotó a Mario vergas Llosa e inició un cambio profundo en su país que después terminó por pervertirse. Pero al crear expectativas logró atraer multitudes.
Quizá por eso los partidos políticos pusieron esos candadotes. En fin.
El Poder y La Gloria
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Independientes
Ahora sí, el año electoral a arrancado en pleno, con la oportunidad inicial para las candidaturas ciudadanas, una opción de buscar el poder que sin embargo no es nada fácil.
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