Ya existe el fundamento legal y todo eso, pero los empresarios del ramo creen que el alcoholímetro prohíbe tomar bebidas embriagantes, cuando sólo castiga a quienes manejan en estado de ebriedad, que no es lo mismo.
Pero al final deberíamos sumar los muertos y los daños causados en percances provocados por la bebida y anotárselo a la cuenta de los responsables.
Eso fue causa de la indiferencia de la sociedad hacia los políticos y de los políticos hacia la sociedad.
Mientras, basta con organizarse con un grupo de amigos y gritar un poco para obtener lo que se quiere. Los caminos normales no funcionan, pero sí la presión, aunque sus resultados vayan contra el sentido común y el bienestar general.
Por lo pronto, me pregunto cuántos muertos más debe haber para que se implemente el alcoholímetro como medida permanente. Y hablo de un sistema verdadero de detección de conductores borrachos y no el mecanismo recaudatorio que permitió y quizá creó la alcalde de Jiutepec para hacer pagar a incautos.