Al final la libró y pudo contarla, pero eso como que lo alejó del acercamiento que hasta antes de ese día había practicado con diversos grupos de interés a los que había tratado de tener bajo control mediante el diálogo.
Sin embargo, las condiciones habituales del estado de Morelos requieren que opere más de cerca para evitar conflictos adicionales a los que ya existen.
Basta con recordar que -por si algo faltara- la temporada electoral es el fermento de toda clase de pleitos reales o fingidos que, si no se desactivan a tiempo, enrarecen más el ambiente, justo el objetivo que persiguen quienes incitan a la gente.
Y de lejecitos cuesta más trabajo domar -o mantener tranquilo- al Morelos bronco.
Lo que le pasó en Tres Marías puede enmarcarse en los gajes del oficio, pero no debe ser una limitante si es que quiere hacer buen papel.
Pasividad es el nombre de la sustancia que ayuda a avivar los incendios sociales, por lo que sería cómplice por omisión, y no creo que se haya metido a redentor sólo por ganar un buen sueldo, sino porque quiere trascender a otros niveles.
Así es que tiene que sacudirse el doloroso recuerdo de aquel día y hacer lo que se requiere y no lo que quiera. De otra manera, siempre podrá regresar a Tlaltizapán.