Hasta ahora, en la etapa en la que los partidos sí pueden promocionarse pero no sus candidatos, no ha habido una sola propuesta lógica que atraiga a los ciudadanos.
La enumeración de supuestos logros de organismos como el Partido del Trabajo chocan con la realidad en Morelos, por ejemplo.
O cuando el PAN difunde en sus anuncios que hay que regresar al cambio, uno se pregunta quién les da esas ideas.
Dicen que entre tantas propuestas disponibles en las boletas electorales del 7 de junio habrá uno que otro candidato (en las listas de los partidos pequeños) que nada tenga qué ver con la política tradicional.
Eso no es garantía de nada, pero hasta ahora los candidatos tradicionales tampoco lo han sido.
Así es que quienes buscan un cargo público deberían ser examinados con lupa, no para verles los defectos, que son evidentes, sino para encontrar (perdida por allí) alguna virtud que los distinga.
Ojalá y existan esas opciones.