La penetración real de internet en éste país es demasiado bajo para las expectativas de quienes desean hacer campañas puramente digitales. Por la falta de infraestructura, por el precio, por la mala calidad de la señal y por una falta de cultura de informarse, los morelenses, como el resto de los mexicanos, dejan en manos de la televisión comercial la delicada tarea de decir lo que pasa a su alrededor.
Por supuesto, allí no les dan noticias, por lo menos no las que deberían dar, sino informaciones irrelevantes e interesadas.
Los grandes cerebros que quisieron hacer algo diferente tienen la fidelidad de uno montón de seguidores en el feis, pero hasta ahora no tienen votantes reales.
Apenas están en el tiempo justo para tratar de revertir el daño del experimento. Requerirán de mucho trabajo adicional y de muchas caminatas para tratar de que al candidato que promueven lo conozcan más allá de algún apodo chistoso o un negro o gris pasado.
En mi caso muy particular, me emociona que estamos a sólo cuatro semanas de que el martirio termine. Claro, al concluir las campañas el problema surgirá: por quién votar para alcalde, diputado local y diputado federal.
Las opciones son muchas pero el peso específico de la mayor parte de los candidatos es muy pobre. Y más si se promueven como si fuera la fraudulenta "pelea del siglo", que no fue un fraude para quienes sabían que sus verdaderos fines era promover la venta de alcohol. Y en eso se cumplió.
Pero de regreso a los candidatos, una exagerada promoción (en malos canales publicitarios) de virtudes inexistentes ha provocado la indiferencia del electorado, que sin embargo debe sobreponerse al desencanto y acudir a votar, porque de eso dependerá el futuro, los próximos tres años. Demasiado daño hicieron aquellos diputados federales que fueron electos en 2012 como para tomar otra vez una decisión tan a la ligera.