Ahora que las elecciones han pasado (bueno, falta el conteo, pero esas son cosas que ya no están en manos de la ciudadanía) salto a la palestra de nuevo.
Por lo pronto, debo decir con todas sus letras que aquellos que fueron a las urnas y anularon sus votos deberían haber entendido ya que fue una maniobra absurda y sin consecuencias, pero lo bueno es que en tres años tendrán de nuevo la oportunidad de votar y quizá lo hagan mejor.
Una persona a la que aprecio, siempre dice que el tiempo es justiciero y buen amigo. Y así ha sido, sobre todo en lo que se refiere a lo justiciero.
Por ejemplo, ayer puso en su lugar a los bravucones del Nuevo Grupo Sindical, esa organización mafiosa que prometía mucho y al final no sirvió para cumplir la tarea que le encargaron el domingo 7.
Esperemos que muchas cosas que ya crecían torcidas se enderecen luego del mensaje que las urnas dieron a los políticos. Pero también espero que aquellos que se encumbraron en el poder gracias al descontento ciudadano, no se vuelvan los monstruos que tanto tememos.
Hay tanto que comentar de las cosas que cambiaron a partir de ayer que faltará espacio, pero trataremos de abordarlas. Por lo pronto, habrá que cuidar las manos de todos aquellos que perdieron y regresaron a sus alcaldías y diputaciones. No vaya a ser que quieran cobrársela a lo chino y empaquen con todo lo que no esté bien amarrado antes de agarrar sus maletas y salir por la puerta trasera de la ignominia.
El Poder y La Gloria
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Muchas cosas cambiaron
La naturaleza de mi trabajo editorial hizo necesario que dejara de escribir por un tiempo la columna que tiene ante sus ojos.
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