Ser el cuarto lugar entre los candidatos es revelador. Hasta el PAN con su carismático Luis Miguel -es un decir- obtuvo más votos que Jorge Messeguer.
Los excesos en que incurrió como secretario de Gobierno, incluidos todos esos actos anticipados de campaña que no le han cargado, como inauguraciones de obras y giras por colonias cuando aún era funcionario estatal le costaron más caro de lo que él y su entorno imaginaron.
Los votos que obtuvo el candidato ganador son un poco más del 28 por ciento del total de votos emitidos, lo que con un abstencionismo de alrededor del 50 por ciento, nos habla de que el apoyo directo de las urnas es testimonial. Pero así se mal está la democracia (no es cierto, ni siquiera es eso) en Morelos.
Creo que fue ayer cuando Messeguer Guillén reapareció en las redes sociales para lanzar indirectas al candidato ganador por el hecho de que no acudió a recoger su constancia de mayoría, pero como no fue muy específico en sus señalamientos, pues se la reviraron. Y cuando escribo esto no logró encontrar el susodicho mensaje. Lástima.
Sin embargo, para el candidato perredista no es adecuado saltar a la palestra porque la ciudadanía lo descalificó de manera contundente. Por supuesto, tampoco la candidata priista tiene mucho que aportar a la moralidad de éste país y no puede alzarse como adalidad de nada.
Pero alguien debe hacer contrapeso a los posibles excesos del próximo goberannte y que mejor que sean los ciudadanos, armados con los instrumentos de la nueva época (twiter y facebook) para tratar de frenar no los excesos, sino incluso las tentaciones de caer en ellos.
Pero los políticos tradicionales no pueden ya venir a salvarnos, porque fueron ellos y los suyos los que nos metieron en la situación que hoy vivimos. Creo que es tiempo de un buen relevo generacional.