Otro que está por verse si entra en esa categoría es el pedido que el gobernador Graco Ramírez hizo en voz baja el día que acudió a ver al papa.
No fue mucho lo que pidió: sólo que la ceguera y la apatía que aquejan a los morelenses duren otros tres años.
La marcha universitaria -en la que oficialmente se dijo que participaron 32 mil personas- no le fue indiferente a éste señor. Si así fuera, no tendría que haberse escondido en la lejana Tlalnepantla.
El viernes, cuando sus ex amigos de la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos recorran las calles de la ciudad con sus cacerolas y sus consignas, el gobernador seguro estará en su escondite y, si acaso, mandará al sufrido -pero cómplice- secretario de Gobierno a dar la cara.
Pero Matías Quiroz no tiene mucho qué hacer. Simplemente la acusación por desvío de recursos interpuesta ante la PGR sigue caminando. Podría dormir el sueño de los justos, pero exactamente cuando Graco Ramírez deje de ser útil al gobierno de Peña Nieto volverá a ver la luz y a caminar.
O sea, una espada de Damocles hecha y derecha.
Tenga mucha o poca participación, la marcha será un motivo más de descrédito para un gobierno que se ha empeñado en hacer todo lo posible por ganarse el mote de "el peor de la Historia", a pesar de la reñida competencia.
Habría que inventar alguna mentira demasiado grande para que la gente no vea que el viernes un buen puñado de ciudadanos volverá a gritar lo que cada vez se dice con más fuerza en la calle.