Lo derrotaron y ha vuelto a la nómina oficial para dejar de manifiesto que el nombramiento de Pedro Pimentel Rivas fue sólo un juego circunstancial para atraer el apoyo de su hermano Isaac, un priista de hueso tricolor que se unió a la causa perredista pero no sirvió para frenar el enorme rechazo social que los amarillos se han ganado a pulso.
Como finalmente ese Isaac ya no sirve, pues ya no era necesario guardar las formas con Pedro, al que le dieron una patada donde usted se imagina.
Mientras tanto, el campo morelense pagó las consecuencias de usar las instituciones para cumplir los caprichos del jefe: demasiadas hectáreas de varios cultivos se perdieron porque nadie fue capaz de controlar la plaga de pulgón amarillo. Y para colmo, al final los químicos usados para destruir al depredador destrozaron la producción de miel, pues las pobres abejas fueron las víctimas de tanta tontería.
Sin embargo, no hay responsables, nadie es llamado a cuentas y sólo la sociedad morelense paga los platos rotos. Bueno, por el tamaño del desastre, fue la vajilla entera.