Según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) en el municipio de Temixco había -de acuerdo al censo del 2010- 108,126 habitantes.
Evidentemente ahora son más, pero usemos esa cifra: los que dicen ser partidarios de Gisela Mota afirman ser la mayoría de la población y representar esa voluntad. Si eso fuera cierto, deberían ser al menos 54 mil 64 personas en defensa de esa causa.
Sin embargo, el total de sufragios emitidos en la elección municipal del 2015 -cuando ya había más población- fue de 38 mil 984, incluidos los votos nulos.
El PRD de Gisela Mota obtuvo 11 mil 837, una cifra que es apenas el diez por ciento sobre el total de habitantes que había hace cinco años. Respecto a la población actual es un porcentaje inferior.
Los números no mienten. ¿A quien representan los que quieren seguir en la nómina del Ayuntamiento de Temixco? Ni siquiera el total de votantes perredistas que fue a las urnas participa en las protestas que son, por supuesto, contra otra perredista.
Bueno, creo que ni vale la pena hablar -pero le entramos al tema- de la incongruencia total en la que incurre el gobernador de Morelos y que se puso muy de manifiesto hace unos días -no sé si el sábado o domingo- cuando criticó a su homólogo de Veracruz, de quien dijo que se dedica a saquear a su estado y no a gobernar.
Semejantes palabras dichas entre iguales serían el motivo -en una sociedad más civilizada- para solicitar un procedimiento para revisar la estabilidad mental del declarante a fin de que un juez declarara si era apto o no para gobernar. Semejantes palabras ya no son demagogia sino una extraña y extrema negación de la realidad.